Las Declaraciones de Greenspan


El presidente del Banco Central de los Estados Unidos, Alan Greenspan, es famoso en todo el mundo por su peculiar forma de expresión. Es conocida característica de su estilo una impenetrable oscuridad que parece calcula para minimizar el impacto de sus declaraciones en los mercados financieros del mundo. No por ello disminuye el interés de los entendidos en cuestiones financieras dada las indudable relevancia para la marcha de la economía mundial de las ideas de tan ilustre personaje. En realidad, el doble discurso desarrollado por este ilustre personaje ha terminado ha terminado por producir numerosos especialistas en el dialecto del inglés desarrollado por el presidente del Banco Central más importante de la Tierra. Son ellos los que se encargar de interpretar, traducir y explicar al público en general este hermético mensaje. Hace pocos días, sin embargo, Alan Greenspan sorprendió porque hablo con claridad en el senado americano para criticar las políticas económicas practicadas por la administración del presidente Bush. ¿Qué decidió a Greenspan a hablar con claridad? Hay varias razones que explican esta actitud. En primer lugar, su largo mandato esta por terminar y, por esta razón, no tiene ninguna razón para ser gentil y complaciente con el actual gobierno republicano. En segundo lugar, cuida su legado histórico y no quiere en modo alguno ser recordado por los historiadores como un hombre que con su silencio avaló las temerarias políticas económicas del presidente Bush. ¿No debemos, por esta razón, escuchar con atención para tomar con tiempo las providencias requeridas y minimizar las consecuencias de los próximos cambios en el escenario mundial?

Hizo Alan Greenspan referencia a dos importantes problemas de la economía mundial: el déficit fiscal de los Estados Unidos y a importante cuestión que tiene que ver con el valor del yuan, la moneda de China Continental. Cuando este ilustre personaje fue convocado por un Comité del Senado de los Estados Unidos para opinar sobre el plan del presidente Bush para reformar el sistema de seguridad social estadounidense, con un claridad poco acostumbrada, advirtió que la trayectoria futura de las finanzas públicas del país más poderoso país del planeta era insostenible y, por esta razón, recomendó una acción inmediata que buscara evitar las terribles consecuencias de un desastre fiscal.
Greenspan parece cuestionar las proyecciones fiscales preparadas por los economistas republicanos que demuestran lo contrario y que han sido duramente criticadas por importantes personalidades del partido demócrata. Piensa, en efecto, este notable personaje, que si la administración de Bush mantiene las actuales tasas tributarias actualmente vigentes en Estados Unidos y el gasto público del gobierno americano mantiene un crecimiento razonable, la trayectoria del déficit volvería inmanejable a la economía americana. Por esta razón, si el gobierno americano insiste en preservar esta política, la consecuencia ineludible sería el estancamiento o el desastre económico.
Si bien estas opiniones de Greenspan son bastante relevantes ya que pueden afectar la trayectoria de las tasas de interés, provocaron mayor atención mundial, sus comentarios sobre el valor del yuan. Después de la reunión del grupo de los siete, es evidente la presión no sólo del gobierno americano sino de los países que conforman la Comunidad Económica Europea para revaluar el yuan. Presión hasta hora resistida con éxito por el gobierno chino que no entiende por que tiene que adoptar una política que puede afectar el vigor de sus economía y sus intereses comerciales. La negativa china parece enardecer el ánimo de importantes personajes del Mundo financiero internacional. Por ejemplo, en septiembre del año pasado apareció en el Economist un interesante artículo de Fred Bergsten, del Instituto de Estudios Internacionales, influyente centro de investigación no sólo en USA sino en el Mundo pues fue en esta institución que se elaboraron, a finales de los años ochenta, los planes de reforma estructural que conocemos con el nombre de “Consenso de Washinton” . Demasiado acostumbrado a que sus ideas sean escuchadas por los instituciones internacionales o los altos funcionarios del gobierno americano, Bergsten, desespera por la terquedad china, y se dedica ahora a “acusar” en la prensa internacional , a los países exportadores de petróleo y al gobierno chino de causar los problema que hoy afectan al mundo. Fred Bergsten parece haber convencido a varios senadores americanos para elaborar una ley que autorice al gobierno de Bush para establecer una tarifa especial que grave con tasas que oscilan entre 20 por ciento y 90 por ciento a los productos chinos que ingresan al mercado americano. Sostiene, sin embargo, que nos es proteccionista e justifica su singular propuesta por la necesidad de contar con instrumento eficaz para forzar a China a revaluar su moneda.
Cuando Greenspan se refiere a este problema emplea un estilo menos brusco y más gentil. Sus declaraciones recientes, sin embargo, revelan con claridad que también piensa que es necesario para la estabilidad de la economía mundial que el gobierno Chino se decida a revaluar el yuan. Piensa que las presiones económicas forzarán al gobierno chino en algún momento en el futuro a alterar la cotización de su moneda. Para mantener fija la estabilidad del yuan, las autoridades chinas se ven forzadas, como muchos bancos centrales del Asia y del Mundo, a vender deuda denominada en yuanes y comprar con estos ingresos bonos del tesoro americano. Estas operaciones implican importantes pérdidas económicas ya que los bancos centrales pagan tasas de interés mayores a las que reciben cuando ejecutan estas operaciones financieras denominadas operaciones de esterilización.
Un número creciente de especialistas concuerdan con el presidente del Banco Central de Estados Unidos en este punto que parece decisivo para conseguir un ajuste una solución a los actuales problemas de la economía mundial. Incluso importantes críticos de las políticas económicas del presidente Bush.
Nouriel Roubini y Brad Setser, por ejemplo, muestran con el propósito de convencer a los chinos, que una revaluación del yuan puede convenir en el largo plazo a China. Si China no revalúa su moneda, en el momento que se produzca la crisis financiera, podría experimentar importantes pérdidas de capital. Por ejemplo, una devaluación adicional de 20 por ciento en el valor del dólar, dado el monto de reservas chinas, podría producir pérdidas equivalentes al siete por ciento del PBI chino. Y alcanzar el veinte por ciento del PBI si la devaluación del dólar fuera 30 por ciento.
Me gustaría terminar indicando que las pérdidas computadas por Roubini no sólo afectaran al Banco Central Chino sin o a todos los bancos centrales del Mundo. El año pasado, por ejemplo, el sol se apreció con respecto al dólar aprox. 20 centavos, Con Reservas internacionales de 10,000 millones de dólares , esta apreciación una pérdida que podemos estimar de un modo bastante grueso en 2,000 millones de dólares, es decir , 600 millones de dólares, o uno por ciento del PBI. La cifra aumenta si se acumulamos mas reservas. ¿No sería razonable, me pregunto, para minimizar estas pérdidas políticas de diversificación de nuestras reservas internacionales?