Economía Peruana: la independencia entre la política y la economía

Aunque a muchos peruanos puede sorprender el comentario no es inusual, en el exterior, una opinión positiva sobre el Perú y su economía. ; Pero, ¿tiene la misma sólida base o fundamento real? En realidad, una revisión rápida de estadísticas e indicadores económicos parecería confirmar esta extraña y extendida creencia. En efecto, al finalizar el I semestre del presente año, presentaba nuestra economía todas las características de las experiencias más exitosas de desarrollo. Con una de las tasas de inflación más bajas de América Latina podía nuestro Banco Central, sin experimentar dificultad alguna, mantener las tasas de interés en monedad nacional, a un nivel inferior al Chile o Estados Unidos, y, con esta política, impedir una mayor apreciación de la moneda nacional. De otro lado, los desarrollos del sector productivo confirmaban la fundamental solidez de la coyuntura. La tasa de crecimiento de la producción era cercana al seis por cientos anual, y la composición del crecimiento extendida en todas las industrias y sectores productivos. Todo esto ocurría, hecho inédito en nuestra historia económica, sin afectar el comportamiento de las cuentas externas no obstante el crecimiento de las importaciones y el gran dinamismo de la demanda externa. En suma, sería difícil, como lo puede confirmar cualquier especialista en historia económica, encontrar una combinación de indicadores macroeconómicos tan armoniosa y coherente como la actual.

Sin embargo, esta agradable situación no parece venir acompañada por una cambio positivo en el ánimo del pueblo peruano. Hace algunos meses, por ejemplo, apareció en el diario “El Comercio”, una encuesta realizada por la empresa Apoyo, en la cual la mayor parte de los entrevistados indicaban su expresa intención de abandonar el país El saldo migratorio neto, es decir, la diferencia, entre el número de peruanos que salen al extranjero y regresan al Perú, y , el extraña trayectoria de la Oferta de Trabajo en Lima Metropolitana, que muestra un crecimiento inferior a la tasa de crecimiento de la población parece confirmar esta decisión. No menciono, ya que es obvio para cualquier observador de nuestra realidad, otros síntomas de esta peculiar pero profunda disociación entre los impulsos que para guiar al espíritu nacional y las fuerzas que parecen determinar las condiciones materiales de la producción. Pero, ¿qué explica esta anómala situación que amenaza con alterar el buen juicio de cualquier analista político y es, sin dudad alguno, un desafío para los especialistas en riesgo y evaluación macroeconómica?

La clave del enigma parecer ser la forma cómo la actual coyuntura internacional afecta al Perú y a las distintas variables que rigen la dinámica de la vida económica nacional. En efecto, el Perú y Chile, parecen ser las economías de América Latina, más beneficiadas, por el espectacular crecimiento de China, la devaluación del dólar, y los desequilibrios financieros, que afectan a la economía de los Estados Unidos. Hace tan sólo tres años, la cotización del cobre era de tan sólo 80 centavos la libra, y en la actualidad, el precio del metal amarillo, promedia 1,60 centavos la libre. El precio del oro y otros metales no ferrosos, conoce también similar evolución. Como consecuencia de esta evolución, el valor de las exportaciones experimentó el año pasado, un crecimiento record cercano en el Perú, a cuarenta por ciento anual. El efecto expansivo de los precios coincidió, en el caso del Perú, con la culminación de importantes proyectos en el sector minero, y, en consecuencia, multiplicando así el impacto. La expansión en valor de las exportaciones mineras tiene, dada la estructura de la propiedad de las empresas mineras, un impacto limitado sobre el mercado interno pero si un gran beneficio para el estado peruano al elevar los ingresos tributarios en general y el impuesto a la renta en particular. De otro lado, los eventos internacionales, también han provocado, un incremento espectacular en el precio de la energía y el petróleo, y éste aunque puede perjudicar al sector privado nacional, tiene también un impacto favorable sobre las finazas públicas ya que el impuesto a los combustibles es una fuente importante de recaudación fiscal. De otro lado, el incremento de las exportaciones, provoca también una expansión equivalente en las importaciones, y, por esta razón, en los derechos arancelarios y el impuesto general a las ventas. La expansión de los tributos produce, sin deteriorar, el estado de las finazas públicas un incremento en el gasto público y es éste incremento en el gasto el vehículo que en última instancia afecta al mercado interno.

Aunque este proceso, en el pasado, operaba con mayor velocidad, en la actualidad, lo hace a una velocidad menor. Ello se debe en los cambios institucionales introducidos por el gobierno de Fujimori y mantenidos por el gobierno del presidente Toledo. Estos, al centralizar, todas las decisiones de gasto tienden a producir, al menos en el corto plazo, un superávit primario, ya que la burocracia pública tiende a reaccionar con demora ante cambios no previstos en las finanzas públicas. Las estadísticas fiscales del primer semestre del año reflejan con claridad esta clara tendencia hacia el comportamiento frugal y que probablemente provocó la desesperación del presidente Toledo y de sus asesores políticos. En efecto, el superávit fiscal del gobierno, en el primer semestre del año, fue medido en millones de soles el siguiente: enero (991 millones), febrero (menos 15 millones), marzo (814 millones), abril (1937 millones), y mayo (403 millones de dólares). El gobierno ahorro hasta mayo ahorro 2,364 millones de dólares, y realizó casi un cuarto del ahorro nacional, en el primer trimestre del año.

No existe demostración más clara de la disociación que existe entre la forma cómo se interpreta en el Perú la situación económica y la forma cómo efectivamente ocurren las cosas que este resultado. A pesar de este resultado, la prensa económica cree que el actual gobierno, lleva a cabo lo que denomina una “farra fiscal”, cuando, en realidad, ejecutó, al menos en el I primer semestre del año, una política fiscal, en extremo restrictiva. Pero, ¿no tienen, acaso, nuestros principales periodistas acceso a estos obvios datos económicos? En realidad, el argumento de los comentaristas más ilustrados en cuestiones económicas y que ciertamente conocen los últimos datos económicos, es más complicado. Para ellos, el incremento en los tributos es transitorio ya que opinan que cuando las condiciones internacionales retornen a la normalidad, se registrarán en el futuro problemas fiscales. Imaginan también al presidente Toledo, en el segundo semestre del año, realizando una agresiva política de expansión del gasto, de modo que la “farra fiscal” parece ser un problema futuro.

En cualquier caso parece existir una demora evidente en el proceso de proceso de transmisión de los efectos expansivos de la actual coyuntura internacional y es esta demora la que parece producir esta independencia tan peculiar entre las dinámicas de la esfera económica y política. Hay otros factores en juego: el estilo del presidente y de su partido de gobierno, la descentralización de la expansión que impide que Lima , la región con mayor presencia polaca, experimente plenamente el efecto de la expansión, etc.



[1] Publicado en el diario Correo, Agosto 2005