Breve Historia de la Contabilidad Nacional



I


Linguística y Economía

¿Cuál es el camino que tomaron los padres fundadores de las grandes disciplinas sociales como la filología, la mitología, la lingüística comparada o la economía política? Solemos creer que la Razón gobierna todo el proceso y, además, que el progreso fue continuo, pero se trata de una ilusión, una nueva versión de un antiguo argumento teleológico. En efecto, no parece existir una separación clara, tajante y definitiva, entre los procedimientos estrictos del rumbo racional y las fábulas que concibe la imaginación. Después de todo, la imaginación es la cualidad más compartida y generalizada de la especie humana. Como lo conocía Platón, el mythos y el logos son aspectos de un universo unificado, dos figuras complementarias del espíritu. El examen de la historia de las ciencias suele mostrarnos que los campos de investigación más  originales y ricos en desarrollos futuros son aquellos que aparecen como un tejido de fábulas complicadas, cuyo dominio puede exigir un conjunto complejo de habilidades: el dominio de una lengua ya extinta, el conocimiento de múltiples relatos legendarios y hechos religiosos, formas de pensamiento y rasgos particulares de una civilización. En otras palabras, la motivación decisiva que impulsa a la creación de nuevo conocimiento suele ser más extraña o misteriosa de lo que lo que parece a primera vista. Pero, para entender  a cabalidad esta afirmación, resulta vital un retorno a los orígenes, a ese primer momento, pues ahí podemos percibir las fuerzas que provocaron el nacimiento de   una disciplina.

Para estudiar o describir los principales fenómenos  económicos y sociales, resulta esencial diseñar una lengua artificial, porque ésta permite nombrar, organizar e interpretar los hechos más relevantes. Aunque sólo los especialistas conocen la lógica y procedimientos de esta construcción social, no por ello podemos concluir que su relevancia sea limitada. Por el contrario, las lenguas contables creadas por la economía política,  parecen despertar, en la era de la información, un interés inusitado.

Pero no es esta cualidad la característica esencial de este curioso fenómeno, sino el hecho de que éste posea un carácter general. En efecto, los resultados de estos sofisticados sistemas contables parecen dominar la dinámica de la investigación científica, inspirar los planes de las administraciones públicas, motivar el entusiasmo de los inversionistas internacionales, satisfacer la condicionalidad requerida para acceder a un préstamo, y justificar las acciones de política de los Gobiernos nacionales.

Desafortunadamente, su popularidad y, en especial, su uso difundido no vienen acompañados por una conciencia plena de los principios que norman su estructura, los problemas que llevaron a su creación ni, sobre todo, de los límites intrínsecos a su diseño mismo. En efecto, la difusión de una determinada práctica presupone cierto grado de automatismo e imprecisión en su uso y, principalmente, el uso creciente de interpretaciones metafóricas, ya que son éstas las que permiten la ampliación constante del sentido y así extender las dimensiones de su aplicación.

En efecto, los sistemas que ha desarrollado la economía política para medir los principales hechos económicos son sólo un tipo específico de lenguaje humano, un idioma artificial cuya estructura no es muy diferente a la de otros que se desarrollaron en eras anteriores a la nuestra

Nos dice Michael Foucault, en el prefacio de Las Palabras y las Cosas, que los códigos fundamentales de una cultura fijan de antemano los órdenes empíricos que reconocerá. En esta misma obra, también se dice que este reconocimiento es arbitrario, pues es posible identificar, en el tiempo y el espacio, un gran número de estos sistemas de organización de la realidad empírica.

En este mismo prefacio, Michael Foucault indica que llegó a esta conclusión después de leer un ensayo de Borges, El Idioma Analítico de John Wilkins , que describe la lengua artificial diseñada en el siglo XVII por este estudioso británico . Formar un idioma general para organizar y abarcar todos los pensamientos humanos puede parecer una empresa curiosa, pero ¿no son estas ambiciosas pretensiones equivalentes a aquellas postuladas por los nuevos sistemas de medida? En el idioma analítico, todo el universo es dividido en cuarenta categorías; subdivisibles, cada una de ellas, en diferencias; subdivisibles, a su vez, en especies. A cada género se le asigna un monosílabo de dos letras; a cada diferencia, una consonante; a cada especie, una vocal. De la misma forma, el sistema de contabilidad nacional divide la actividad económica con la Clasificación Industrial Uniforme de todas las Actividades Económicas (CIIU, Rev3) y tiene como objetivo permitir a los países producir estadísticas comparables a nivel internacional. En esta lengua contable, también todas las actividades económicas son subdivididas en secciones, divisiones, grupos y clases. A cada sección se le asigna una letra, pero se utilizan guarismos para denotar los órdenes empíricos inferiores. Quizás, la única diferencia importante que exista entre la lengua contable y el idioma de Wilkins sea el hecho de que, en este último, es posible utilizar las palabras fundamentales para definir otras palabras mientras que esta posibilidad no existe en la lengua de los contadores sociales. Sin embargo, esta deficiencia del diseño se intenta remediar mediante revisiones periódicas que introducen nuevas actividades económicas y descartan todas las que pierden importancia.

Pero, como objeta Borges, un examen detallado de las distintas divisiones revela con facilidad la ambigüedad y arbitrariedad del procedimiento. Por ejemplo, en el idioma analítico, los metales se clasifican en imperfectos, artificiales, naturales y recrementicios; en la lengua contable podemos encontrar similar ambigüedad en el tratamiento de las industrias dedicadas a la producción de materias primas. En efecto, los autores de la clasificación internacional uniforme decidieron que la comparación internacional requería separar de la Agricultura, Minería o Pesca, la etapa final del proceso de producción de las principales materias primas. Por ejemplo, se suele distinguir en la actividad minera una fase extractiva, incluida en este sector, y una etapa de refinación, que pertenece a la manufactura; similar tratamiento se otorga al petróleo, la harina de pescado, el algodón, el café, la carne y el azúcar. Como no existen mercados organizados para ninguno de estos productos, el cálculo de su valor se basa en convenciones que consagra la costumbre. No se trata de un punto trivial, porque la aplicación mecánica de los principios de la lengua contable, especialmente en las economías de América Latina, puede llevarnos a conclusiones absurdas. En efecto, cuando utilizamos los principios de la lengua contable para estudiar la composición de las exportaciones peruanas, llegamos a la conclusión de que el Perú es un país exportador de productos manufacturados.

¿No nos dice Borges algo similar cuando nos indica que en las remotas páginas de una enciclopedia china, que lleva el nombre del Emporio celestial de conocimientos benévolos , se divide a los animales en "(a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados , (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas" o cuando comenta la caótica parcelación del universo del Instituto Bibliográfico de Bruselas?¿Expresan únicamente estas alarmantes conclusiones una limitación inherente a toda lengua humana o esconden éstas un proceso social más fundamental? Hago la pregunta porque una lectura de la historia de la ciencia y cultura  nos revela que la empresa de John Wilkins puede ser más general que lo imaginamos a primera vista.

Guiado por un entusiasmo similar, el gran matemático alemán David Hilbert, en el Congreso Internacional de Matemáticos que se celebró en París a principios de 1900s, propuso a los asistentes un proyecto de investigación para basar las matemáticas en bases sólidas y completamente lógicas. Su propuesta tomó forma definitiva cuando se transformó en el programa de Hilbert acometer esta empresa mostrando que toda la matemática se sigue de un sistema de axiomas escogidos correctamente y en la posibilidad de probar la consistencia de los mismos. Desafortunadamente, este intento, que buscaba eliminar toda incertidumbre teórica de las matemáticas creando una lengua artificial,  acabó en derrota, cuando, en 1931, Gödel demostró el teorema de la incompletitud, del cual se deducía que el programa de Hilbert era imposible, ya que con un sistema finito de axiomas no era posible el carácter no contradictorio de ningún lenguaje formal.

En 1931, para el Congreso de Esperanto, J. R. R Tolkien, preparó una conferencia  que tituló  A Secret Vice  que trata sobre las lenguas artificiales en general y las relaciones  de  cada mitología con su lengua de expresión. Este interesante y especializado tema no agota el contenido de este sorprendente ensayo, empero, pues en él podemos también encontrar una exposición de los principios que parecen gobernar el proceso de elaboración de los lenguajes construidos. 

En primer lugar, ¿no es sorprendente la idea misma?  ¿Cuál es la  poderosa motivación que lleva algunos hombres a concebir  esta empresa de   proporciones tan enormes?  Pero más asombro puede producir comprobar cuán general es esta práctica . Podemos, en efecto, identificar tres tipos de lenguas artificiales : (1) Auxiliares; (2) Artísticas, y, (3) Diseñadas.

Las lenguas  auxiliares; como el Esperanto y sus dialectos, el Novial, Interlingua o Latino Sine Flexione; tienen como objetivo fundamental satisfacer la necesidad de comunicación internacional entre grupos humanos que no comparten el mismo idioma. Pueden subdivirse en lenguajes a priori, si su gramática,  morfología o sistema de derivación de palabras es  artificial y regular, o  lenguas a posteriori si su vocabulario es basado en algun lengua natural.

En contraste, el diseño de las lenguas artísticas responde a consideraciones estéticas. Concebidas por los inventores los  de los mundos de ficción,  intentan imitar la complejidad e historicidad de los lenguas naturales. Entre los principales proyectos, podemos  citar a las lenguas de la Tierra Media  inventadas por Tolkien, el Klingon y otras lenguas de Viaje a las Estrellas, a las lenguas personales y a las lenguas alternativas   que tratan de reconstruir la evolución de un  grupo de lenguas bajo otros supuestos históricos o derivar, a partir del  análisis de las mismas, una lengua original.  Como ejemplos podemos citar al Brithenig, el romance que hubiera nacido en Inglaterra si la influecia  hubiera sido lo suficiente fuerte como para reemplazar a las lenguas célticas con el latín Vulgar, o, el Wenedyk,   otro romance polaco en una versión de la historia en la que el Imperio Romano llega a incorporar en su territorio a los pueblos eslavos.

Finalmente, las lenguas diseñadas son todos aquellas concebidas para probar  teorías sobre el  funcionamiento de un lenguaje (es decir, su diseño), satisfacer algún criterio objetivo y su estructura gramatical, buscar satisfacer los requerimientos del mismo. Podemos distinguir en este grupo tres subcategorias: los lenguajes filosóficos, los lógicos y los  experimentales.

  El objetivo fundamental de las lenguas lógicas es eliminar  la ambigüedad del lenguaje natural y tienen como base cualquier sistema de lógica formal.  Entre los ejemplos, tenemos a los lenguajes de programación y las lenguas como el Loglan, el Ceqli y el Lojban, que buscan reducir a un mínimo la ambigüedad sintáctica y semántica de los lenguas naturales.

Para  explorar la relación  entre la lengua y  el pensamiento o analizar  otros elementos de la teoría linguística, se construyen  las lenguas experimentales. Se busca con ellas examinar cómo la estructura de un lenguaje  la forma cómo  sus hablantes perciben al mundo, sea por que se postula que la lengua determina o influencia el pensamiento, es decir, verificar la hipótesis de Sapir-Whorf , que en su versión más  extrema puede conducir a la idea de que las palabras tienen un poder inherente, pues determinan no sólo el pensamiento, sino también todo lo que podemos concebir. Entre los principales ejemplos podemos citar el Laadan de Suzette Haden Elgin  y  Babel 17 de Samuel R. Delany; algunas lenguas de Viaje a las  Estrellas y de ficción distópica, como el Newsweek inventado por Orwell, que tenía como propósito eliminar la posibilidad de una revolución o el Anthem, de Ayn Rand,  que suprime del lenguaje cualquier todo término que  exprese la idea de individualidad.

Son las lenguas filosóficas, el tipo de lenguaje  construido   con mayor antigüedad  y probablemente las que posean  mayor relevancia; populares en el siglo XVIII. Entre  los ejemplos más conocidos tenemos  al Ars Signorum de Dalgarno (1661),   The Groundwork or Foundation laid (or So Intended) for the Framing of a New Perfect Language and a Universal Common Writing (1652) de Francis Lodwick (1647) ,  Essay towards a Real Character, and a Philosophical Language (1668) de John Wilkins, y,  la Lingua Generalis (1678) de Leibnitz.

La motivación principal de los constructores de las lenguas filosóficas es recobrar la lengua que usaba Adam  para hablar con Dios en el paraíso terrenal, y, por esta razón,  el objetivo a conseguir  con ellas es perfección  y simplicidad absolutas. En todas ellas, el vocabulario básico se construye  a partir  de un número limitado de  categorías conceptuales, las cuales  son las raíces  de un complejo sistema  jerárquico de clasificación. Con este léxico, el hablante podría realizar cálculos y derivar  automáticamente proposiciones  siempre verdaderas.  Sólo fue en el Siglo XVIII que se reconoció  que era imposible esta pretensión de perfección, pero ello   llevó sólo  no al abandono de la idea sino  a una reformulación de estos ambiciosos objetivos.


II

Aritmética Política


Más antiguas que la economía política, las primeras lenguas contables aparecen, por primera vez, en Francia e Inglaterra al finalizar el siglo XVII y son uno de los productos más característicos de esta extraordinaria era. Con los primeros estimados del ingreso nacional de William Petty (1665), Gregory King (1696), nace la  Aritmética Política, el origen más primario de la Contabilidad Nacional. Concebidos para satisfacer la necesidad de contar con un discurso que permitiera discutir los factores que determinaban la riqueza y el poder las naciones, todos estos primeros intentos poseen una orientación práctica y una clara intencionalidad política. En efecto, el impulso decisivo que llevo a su construcción fue criticar a quienes afirmaban que el poder militar y comercial de Inglaterra era inferior al de Francia y Holanda. Para  rechazar esta concepción, Petty decidió probar matemáticamente que el  Estado podía obtener mayores ingresos de la tributación y que podía alcanzar este objetivo de un modo justo y eficaz.  

Cuando en 1671, el editor Roger Coke  publicó su A Treatise wherin is Demostrated that the Church and State of England are in Equal Danger with the Trade of it, para demostrar que era inevitable el declive del poder militar y comercial del Reino, William Petty decide escribir Political Arithmetick , en la que intentaba probar  todo lo contrario.  Aunque sólo pudo completar la obra en 1676, pero como suele suceder con varios de los textos clásicos,  nunca pudo publicarla en vida.

En  Political Arithmetick, Petty resume su pensamiento político y económico  y también habla de su peculiar forma de razonar.  En el prefacio, después de enumerar los distintos argumentos de Coke, pasa a demostrar que no correspondía, con los signos  visibles de dinamismo y vitalidad, de la Inglaterra de ese entonces. Después de hacerlo, y esto es lo realmente interesante, explica el extraño método que utiliza:

“The method I take to do this is not very usual ; for instead of using only comparative and superlative words , and intellectual arguments, I have taken the course (as a specimen of the Political Arithmetick  I have long aimed at ) to express myself in terms of number , weight or measure; to use only arguments of sense, and consider only such causes, as have visible foundations in nature ; leaving those that depend upon mutable minds, opinions , appetites and passions of particular men, to the considerations of others ….

Años antes de darse a conocer Political Arithmetick, Petty  escribió un artículo titulado  Verbum Sapienti en 1665 pero publicada en 1691. Ese trabajo intentaba proporcionar un marco cuantitativo para la implementación de una política fiscal efectiva y de movilización de recursos en tiempos de guerra. Para ello, presentó los estimados de población, ingreso, gastos, extensiones de tierra, otros activos físicos y capital humano en un conjunto integrado de cuentas para toda la economía de Inglaterra y el país de Gales.

Petty derivó el ingreso laboral a partir de estimados de la población, salarios promedios y días de trabajo.  Así, obtuvo la fuerza laboral al postular que era la mitad de la población  del reino, la cual calculó en 6 millones de habitantes. Luego multiplicó esta cifra por 287 días  para obtener el total de días trabajados. Con esto y un estimado del salario promedio diario de 7 peniques pudo derivar el total de ingresos laborales.

Para estimar los gastos de capital y sus flujos asociados de ingreso, Petty distinguió tres tipos de capital físico: tierra, viviendas y otros bienes de capital, los cuales los valoró a precios de mercado (ver cuadro Tabla 1); (a) 24 millones de hectáreas de tierra (excluyendo los desiertos) con un promedio de renta anual de £ 8 millones, las capitalizó en 18 años de compra para obtener un valor de capital total de £ 144 millones, (b) viviendas en zonas rurales y urbanas cuyos valores imputados anuales alcanzaban £ 2.5 millones, las  capitalizó en 12 años de compra para dar un total de £ 30 millones, (c) una tercera categoría de propiedades las valoró en £ 76 millones, de los cuales £ 36 millones eran de ganadería y pesca, £ 3 millones de transporte, £ 6 millones de monedas de oro y plata y £ 31 millones de inventarios de los negocios y granjas, muebles, joyería, plata, ropa, minas y silvicultura. Los ingresos de este tercer tipo de propiedad estuvieron valorados en £ 4.5 millones . Estos resultados le permitieron capitalizar en valor del trabajo con el  mismo número que utilizó en el cálculo del ingreso de propiedad, es decir, 16.7 años de compra. Por su parte, Gregory King sistematizó y extendió ,en 1688, las cuentas de Petty.



Tabla 1: Cuentas consolidadas de ingreso y riqueza para Inglaterra y Gales (en millones de libras esterlinas)








Petty (1665)

King (1688)

Ingresos de Propiedad
Valor Capitalizado de Activos Físicos

Ingresos de Propiedad
Valor Capitalizado de Activos Físicos
Tierra
8.0
144.0 (18.0)

10.0
180.0 (18.0)
Vivienda
2.5
30.0 (12.0)

2.0
36.0 (18.0)
Otros
4.5
76.0 (16.9)

1.0
86.0 (86.0)
Total Propiedad
15.0
250.0 (16.7)

13.0
320.0 (24.6)

Ingreso Laboral
Valor Capitalizado de la Fuerza Laboral

Ingreso Mixto
Valor Capitalizado de la Población
Empleo Total
25.0
417.0 (16.7)

30.5
330.0 (11.0)
Agregado
40.0
667.0 (16.7)

43.5
650.0 (14.9)
Fuente: Maddison, Angus (2007)


Todo el proceso, le permitió reconocer la enorme  ventaja  que podía  derivarse de un sistema  contable que permitiera  preparar, con regularidad, estimados de la Riqueza  e Ingreso Nacional. Sin embargo, estas avanzadas ideas no prosperaron, y, el entusiasmo  inicial  que despertó la Aritmética Política se desvaneció en los siglos XVIII y XIX. Hubo, en realidad, que esperar hasta el siglo XX para contar con estimados que igualaran, en extensión y calidad, a los  hechos por King y Petty.

Este curioso desarrollo no excluyó cierto progreso conceptual ni impidió que  en otros países se realizaran ejercicios similares (véase Tabla 2). Sólo diez años después de la publicación  del trabajo de King, cuyos estimados estaban expresados a precios corrientes, Fleetwood inventó los  primeros índices de precios, pero hubo que esperar hasta 1823 para  su  primer uso en la  Contabilidad Nacional . Fue precisamente Lowe quien dio la idea de la deflactación en las cuentas nacionales. Del mismo modo, King dedujo el valor de las semillas cuando estimó el valor de la producción agrícola de la Inglaterra de su tiempo, sin embargo, nunca usó sistemáticamente el concepto de valor agregado; quien lo inventa es Young en 1770. Para este investigador, el cálculo del valor agregado en la agricultura no solo debió deducirse del costo de las semillas sino también de todos los costos de mantenimiento y reparación como maquinarias, inmuebles, entre otros.

En otros países asistimos a un escenario similar. En Francia, por ejemplo, a principios del siglo XIII, Boisguillebert  y Vaugman realizaron un ejercicio similar al de los aritméticos ingleses, pero, sin duda alguna, la creación más memorable fue el Tableau  Economique (1758) de Quesnay, en el que describía mediante flujos que mostraban los movimientos del ingreso y la interdependencia entre las clases sociales (terratenientes, agricultores y estériles), el circuito de circulación de la economía francesa. Esta publicación de Quesnay, fue presentada por un diagrama zigzag, la que fue interpretada como una tabla de insumo producto para una economía cerrada.