El Perú del Bicentenario

I

Resumimos brevemente la proyección realizada por la Universidad del Pacífico que detalla la evolución anual de las principales variables macroeconómicas entre el 2012 y el 2062. Para entender estos números es necesario comprender que las cifras omiten el movimiento de corto plazo de las variables y solo representan los valores tendenciales. Por lo tanto, se han omitido los movimientos de corta duración que podrían afectar a la economía en los próximos 10 años pues ellos no alteran el resultado final. A pesar de esta limitación, los números son útiles para evaluar el desempeño de la economía peruana en el mediano plazo.


Tabla 1: Periodos de prosperidad en el Perú, 1700-2024
(dólares PPP de 1990, en porcentaje)
Etapa
Periodo
Tasa de crecimiento
promedio anual
Valor
PIB
PIB per
cápita
Población
PIB
(en millones)
PIB per
 cápita
Población
(en millones)
Expansión Borbónica
1712-1792
1.59
0.93
0.65
1,337
1,140
1,173
Prosperidad Guanera
1840-1870
4.05
2.60
1.37
3,546
1,358
2,612
República Aristocrática
1894-1929
5.11
3.79
1.20
10,929
2,136
5,117
Expansión Post-Guerra
1942-1974
4.87
2.16
2.60
59,007
3,993
14,778
Expansión actual
1990-2024
5.10
3.69
1.28
352,988
10,482
33,675

1990-2012
4.82
3.23
1.47
182,979
6,082
30,084

2012-2024
5.63
4.64
0.94
352,988
10,482
33,675
Seminario, B., Sanborn, C. & Alva, N. (2013) Cuando despertemos en el 2062: visiones del Perú en 50 años, Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, Lima.

Como podemos comprobar en la tabla, la tasa estimada de crecimiento promedio anual del PIB entre el 2012 y el 2024 sería de 5.63% y el PIB per cápita, 4.64%. Si estas proyecciones llegan a materializarse, el tamaño de la economía peruana en el 2024 sería de 352,988 millones de dólares PPP de 1990, el ingreso per cápita llegaría a 10,482 dólares PPP de 1990[1]. Si bien estas cifras pueden parecer optimistas, son comparables con las registradas en otros periodos de prosperidad. Podemos verificar esta afirmación al analizar la estadística resumida en la Tabla 1 que lista los principales periodos de prosperidad de la economía peruana: (i) la expansión borbónica, (ii) el auge del guano, (iii) los años de prosperidad de la República Aristocrática, (iv) los años dorados de la sustitución de importaciones y (v) el periodo actual.

De estos números se deduce también que el Perú nunca ha tenido problemas para crecer a tasas sustanciales, ya que lo ha hecho en el pasado. De hecho, cuando se reúnen condiciones apropiadas, la economía peruana responde con vigor. Por esta razón, el pronóstico no ve nada excepcional en el actual periodo de crecimiento. En nuestra interpretación, la economía peruana exhibe en la actualidad el mismo desempeño que en otros periodos de prosperidad. Desde esta perspectiva, de modo alguno, es no es optimista, sino que se sustenta en el potencial de crecimiento ya revelado.




[1] Estas cifras pueden parecer bastante reducidas. Debemos, sin embargo, recordar que están denominadas a precios de 1990, mientras que las que se citan frecuentemente en la prensa, se expresan a precios del 2012. Entre estos años, las tasas de inflación han sustanciales y ello explica la diferencia. Hemos escogido la base de 1990 para facilitar la comparación internacional. 

¿Está el Perú en el Paraíso Terrenal?


Por mi amigo Fernando Fuenzalida, pude conocer la obra de Athanasius Kircher, un distinguido jesuita del siglo XVII, dedicado a investigar lo raro y lo curioso, y autor de desconcertantes libros. Se incluyen entre estos “Mundus subterraneus” donde trataba de determinar la ubicación de Atlantis, pero quizás más enigmático sea el Manuscrito Voynich, uno de los textos más misteriosos de la historia, este inquieto y curioso jesuita en el año 1665, recibió una copia de dicho manuscrito de manos de Johannes Marcus Marci, con la esperanza de que el sabio sacerdote lograra descifrar los arcanos ahí escondidos. Luego, se ha encontrado entre la correspondencia de Kircher numerosas cartas dirigidas a miembros de la compañía de Jesús que trabajaban en el antiguo Virreinato del Perú y sabemos que los jesuitas organizaron una expedición a una apartada región, hoy ubicada en Chile, que tenía como objetivo encontrar la entrada que conducía al Paraíso Terrenal .

Les cuento esta interesante historia, porque todo parece indicar que en los últimos años, ha aparecido en el Perú, una nueva sociedad secreta dedicada al estudio de los aspectos más desconcertantes del trabajo de Kircher. Al parecer, sus miembros al inicio del año 2007 concluyeron que este notable miembro de la Compañía de Jesús tenía razón cuando pensó que la entrada al Paraíso estaba localizada en los Andes, pero que erraba cuando la ubicó en el extremo sur de la cordillera. Piensan ahora estos neo kircherianos que la puerta que lleva al Paraíso terrenal se encuentra en el Perú, escondida entre la espesa vegetación que cubre la vertiente oriental de los andes peruanos.

Si le resulta increíble la historia, no se preocupe: los miembros de la nueva sociedad anticiparon esta natural reacción, por eso, han diseñado un plan para transformar nuestra psicología y conducirnos con necesaria tranquilidad y orden hacia la escondida puerta que conduce al paraíso.

Un componente esencial de este intrincado plan de transformación espiritual consiste en mostrarnos cómo la crisis más profunda que ha sufrido la economía mundial en los últimos 70 años no afecta a la economía peruana. Sin duda, un objetivo difícil de alcanzar, pero la dificultad no es algo que atemorice a espíritus tan optimistas como el de los neo kircherianos. Después de todo son mayores los obstáculos necesarios a superar para descubrir la entrada que Dios ocultó en los tiempos del sueño.

Por el insólito éxito que hasta ahora parece tener esta estrategia sicológica, no queda sino confesar una prudente sorpresa. A lo largo de todo el año pasado, he podido comprobar la enorme popularidad de las distintas fábulas que inventaron los tenaces discípulos de Athanasius: la interpretación inicial de la crisis financiera, la teoría del blindaje, la falaz creencia de que el Mundo podía crecer aunque no lo hiciera Estados Unidos, la peregrina idea de que China, la India , Brasil, y Rusia podían mantener el crecimiento mundial, que “la segunda derivada” muestra claros indicios de reactivación, y, en este último trimestre, aprovechar ciertas propiedades estadísticas de las series económicas –por ejemplo, la tendencia a la reversión a la media, o las asimetrías de las tasas de crecimiento-, para convencer a la gente de una inminente recuperación de la economía mundial. Aunque todavía no comprendo por qué mitos tan falaces puede ser tan populares, me atrevería a conjeturar que podemos encontrar la respuesta en los mensajes ocultos contenidos en el libro del filósofo Jean Braudillard  sobre la primera Guerra del Golfo, donde se argumentaba (hasta el colmo de lo absurdo) que ese suceso nunca había existido.

Como las limitaciones de espacio nos impiden analiza la composición, modo de operación, lógica interna e impactos psicológicos de todos estos cuentos neo kircherianos nos concentraremos en el examen de cómo pueden ser utilizadas determinadas cifras estadísticas para repletar nuestro espíritu de un cándido optimismo. Tomemos como ejemplo los guarismos del Producto Bruto Interno, suelen ser publicados trimestralmente por todas las oficinas estadísticas del mundo, aunque el Perú el INEI los anuncia mensualmente, los economista están convencidos de que este indicador, por su cobertura, es la mejor medida de actividad económica. Sin embargo, un examen más detallado de la data nos revela que este famoso índice no marca con precisión en ningún país la marcha del ciclo económico, por esta razón el National Bureau Research (NBER) una venerable institución estadounidense que determina la fecha en que se inician las recesiones en Estados Unidos no lo incluye entre sus series de referencia.

El problema es que hay una abisal discrepancia entre lo que se ofrece y lo que se entrega, pues el producto final incluye algunos datos de la economía real, provenientes principalmente de los sectores que producen bienes materiales, con data originada de una miríada de forma: ya sea mediante prácticas consagradas por la costumbre, atrevidas conjeturas de las oficinas de estadística, modelos económicos de resultado no verificables y finalmente , en algunos países, una gran cantidad e imaginación, agrava esta situación el tránsito que se ha registrado en todo el mundo hacia una sociedad postindustrial, ya que este ha hecho aumentar la importancia que en el Producto Bruto Interno posee el sector servicios, un conjunto de industrias donde por su naturaleza las dificultades en cuantificarlas son inmensas. Para poder ilustrar cuan arbitrarias pueden llegar a ser estas medidas, hemos cuantificado el comportamiento de este índice utilizando la antigua metodología, la cual exponemos en la correspondiente tabla:





Muestra el cuadro la evolución que hubiera tenido el PBI peruano si el INEI hubiera seguido el viejo método, hemos incluido una columna que nos permite comparar nuestro valor con el que actualmente reporta el INEI, la diferencia es apreciable, en el mes de marzo, por ejemplo, el INEI reportó un crecimiento de 3.3% mientras que con la antigua metodología se hubiese obtenido un valor de -1.71%, es decir, hay una diferencia de -4.76 puntos porcentuales.

Debemos, sin embargo, advertir, que estos números son aproximaciones pues es secreto el resultado oficial que habría arrojado la vieja metodología, para replicarlo, hemos tenido que superar varios obstáculos que pueden ilustrar la transparencia de la política estadística que practica el gobierno peruano. Para comenzar, la base de datos necesaria para realizar este cálculo se encuentra disponible en la página Web del INEI, en un archivo de Excel, sin embargo, éste está protegido por una contraseña, de manera que quien quisiera verificar el cálculo tiene que ingeniárselas para decodificar la clave secreta, si como nosotros tuviese a algún amigo experto en informática que pudiese romper la protección, puede comenzar a penetrar en los misterios que se esconden en el cálculo gubernamental. En seguida, se encontraría con dos problemas adicionales: las celdas que contienen las fórmulas matemáticas relevantes están ocultas, y han sido escritas del mismo color que el fondo, de manera que un lector confiado aún si pudiese descubrir las celdas ocultas, en un primer intento no lograría hallar ninguna información. Luego, si perseverase en el empeño, y con algo de desconfianza, encontraría las fórmulas encubiertas, las cuales, registran un sistema de ecuaciones simultáneas que no hemos podido averiguar si han sido resueltas cabalmente

¿Cuál es el cálculo verdadero? Probablemente ninguno, ya que ambos métodos son meras aproximaciones, sin embargo, para terminar debemos de indicar que el viejo método por lo menos tiene la ventaja de no producir resultados que contradicen el sentido común.

La Era de las Ventajas Absolutas


I

Cuando Ricardo creó la teoría de las ventajas comparativas tuvo quizás como motivación fundamental explicar un universo que caía fuera del campo donde operaba la ley del valor, es decir, descubrir las leyes que regulan el comercio internacional. Pocos, sin embargo, se preguntan por qué Ricardo postuló, para los mercados internacionales, una teoría que no era consistente con la teoría del valor, desarrollada en los primeros capítulos de su obra. ¿Por qué consideró necesario introducir una molesta inconsistencia en su sistema y no se limitó a usar los mismos principios que le habían permitido analizar la determinación de los valores en el interior de una nación? La respuesta tiene mucho que ver con otra creación de los tiempos modernos: el Estado nación, una construcción que no puede ser pensada sin un espacio donde rijan supremas las regulaciones que de éste emanan , y, que se manifiestan en la libre movilidad de los factores de producción, capital y trabajo, en el territorio controlado por éste. Sin libre movilidad de factores al interior de un territorio no es concebible un Estado nación. Como la esfera donde se manifestaban los flujos de comercio internacional escapaba del territorio donde indisputable regía la regulación del estado. No había, por esta razón, ninguna inconsistencia: la función que la teoría de las ventajas comparativas en el sistema de Ricardo era hacer explícita las leyes naturales de un espacio pensado como diferente al espacio interior; tan diferente que las leyes naturales que regulaban los fenómenos que se manifestaban se basaban en principios diferentes a los propios del espacio interno y, por esta razón, podía extraerse de los mismos conclusiones también diferentes.

Pero, ¿se mantiene, en los tiempos en que nos ha tocado vivir, esta drástica y radical separación? ¿Acaso, podemos negar la característica más pervasiva del proceso de globalización, la disolución del espacio económico controlado por el estado nación en el espacio internacional o del espacio de los estados nación más débil en el espacio de otros más poderosos? No lo creo. Se hace, por esta razón, indispensable revisar la teoría de Ricardo; e introducir en ella los nuevos procesos que parecen caracterizar la vida económica en esta nueva era de la economía mundial.

Ya, en el siglo XIX, era posible constatar cuán poco apropiado podía ser este postulado de disociación. La expansión colonial europea hacia todo el mundo fue, en realidad, acompañada e incluso reforzada por inversiones de capital en las colonias europeas y de fuerza de trabajo. De hecho el desarrollo económico de Estados Unidos, Sudáfrica, Argentina, Canadá o Australia, con la teoría del comercio internacional de Ricardo, pero el fenómeno en modo alguno provocó, la sustitución de ésta por otra alternativa, ya que éstos fueron interpretados como desarrollos excepcionales; interesantes, sin duda alguna, pero que de ninguna manera ponían la separación que Ricardo uso para construir su sistema. ¿Por qué los economistas podían argumentar de esta manera y considerar como curiosidad los movimientos internacionales de los factores de producción? Por varias razones. En primer lugar, el fenómeno poseía, en realidad una importancia secundaria y no parecía afectar ni alterar las principales tendencias del desarrollo económico de los principales estados europeos. En segundo lugar, la movilidad del siglo XIX era, en lo fundamental, movilidad de capital y no de fuerza de trabajo; de hecho, las conclusiones de la teoría de Ricardo, pueden mantenerse si sólo existe este tipo de movilidad factorial. En tercer lugar, y ésta constituye con toda probabilidad la razón fundamental, el desarrollo de las fuerzas productivas, en el siglo XIX, todavía no permitía la formación de un espacio económico global. En efecto, la tecnología del siglo XIX aún no había alcanzado el desarrollo requerido para volver económicamente viable una construcción de esta naturaleza, ya que la misma requiere para operar como lo hace un espacio económico nacional no sólo el libre comercio de bienes sino el de servicios y de factores de producción. Esto es de una importancia fundamental, ya que todo parece indicar, dos siglos después de la aparición de la Teoría de las Ventajas Comparativas, que el desarrollo de la tecnología hace, por primera vez en la historia de la Humanidad, viable un único espacio económico. Pero, ¿cuáles son los lindes que hacían imposible en el siglo XIX la creación de un espacio global para la operación de la ley del valor? ¿Por qué las potencias europeas no podían ejecutar un proyecto total que agrupara al “Hombre” en un imperio extendido en el planeta y tenían que contentarse con la inevitable fragmentación del mismo en distintas esferas de influencia? ¿Por qué el “Hombre “al mirarse en un espejo no podía abarcar toda la superficie de la tierra sino sólo un espacio limitado y tenía, a pesar de sus afanes, soportar que otros “Hombre” al ejecutar un acto similar vieran en el espejo un lugar también limitado pero diferente? Dionisio, el dios griego de la vida colectiva, lo hacía mejor; éste, cuando se contemplaba en el espejo, veía no sólo a todos los hombres sino a toda la Vida. ¿Era, entonces, Dionisio, superior al “Hombre”?

¿Cuáles fueron los poderosos impulsos que llevaron al poderoso intelecto de Ricardo a postular dos leyes diferentes para explicar un fenómeno tan esencial como el valor, a introducir en su sistema, dos sistemas de pensar, cuya mutua consistencia, en modo alguno, estaba asegurado? Quizás, la observación elemental que , en ese entonces, existían en todas las economías, importantes industrias que funcionaban aisladas de los flujos de comercio internacional; no obstante constituir parte vital del espacio económico interior y, por esta razón, estar sujetas a las determinaciones de la ley del valor. En efecto, a principios del siglo XIX, no permitía el desarrollo de la tecnología superar las barreras naturales al comercio y eran éstas las que convertían a varias mercancías en productos no transables. Pero, hay otra razón, más profunda y misteriosa, una característica peculiar del proceso de producción de ciertas mercancías; un exigencia de la realidad física que establece, en ciertos sectores, sólo de pueda ejecutar un proceso de producción si concurren en el mismo espacio tanto el consumidor como el productor. Era esta exigencia de presencia simultánea, la que, en la práctica, aislaba a casi todo el sector terciario de una economía de los efectos del comercio internacional. No es, en efecto, el sector servicios una parte accesoria del aparato productivo de una economía; de hecho, en muchos países, es el sector más importante, tanto en la generación del producto nacional y el nivel de empleo.

¿Eran, acaso, las bases que justificaban la peculiar inconsistencia del sistema de Ricardo , sólidas y fuertes en el grado necesario, parar mantenerse inmunes ante el avance, por momentos avasallador, de la tecnología y de la Razón Instrumental? En otras palabras, ¿ha hecho más fuerte el progreso técnico la separación entre el espacio económica interior , controlado por el estado nación y regido por la ley del Valor, y el espacio internacional, caótico porque él no puede regir suprema la voluntad de ningún estado nacional y tampoco la ley del valor, o , ha sido uno de sus sesgos esenciales mellar la base material que soportaba esta drástica disociación ? Aunque muchos , especialmente aquellos que aborrecen los resultados aún no definidos, podrían sentirse tentados a contestar de forma afirmativa esta pregunta, su respuesta podría influenciada em demasía por lo que puede ser una fase inicial de la nueva revolución tecnológica de la información. Si bien en una primera impresión, las nuevas tecnologías de transporte aparecidas a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, y, en especial, la nueva revolución informativa de los últimos años de siglo XX, parecer neutralizar toda esta disociación, y , por ello, poseen el potencial, para neutralizar toda distinción en un espacio económico nacional e internacional , esta puede , sin embargo, el resultado de un desarrollo desigual de las tecnologías de administración y control social.

De hecho, la tecnología a finales del siglo XX, parecía reunir todos los elementos requeridos para abolir la separación postulada por Ricardo. En efecto, los avances en las tecnologías de transporte , aunque favorecen las zonas planas del planeta y perjudican las regiones montañosas, neutralizan el impacto de las barreras naturales al comercio. De otro lado, las revolución de la información, al mostrar que el aislamiento, es decir el requisito de concurrencia espacial, puede ser superado sustituyendo la presencia virtual por la real y así permitir el comercio internacional de la mayor parte de los servicios. E incluso, como lo demuestra el nuevo fenómeno del «Outsourcing» , levantar las barreras legales que en estos momentos impiden la plena movilidad internacional de la mano de obra; pues éste, el «Outsourcing» no es sino la sustitución del desplazamiento real por el virtual de este factor de producción.


Con ello, parecía, en principio claro, si en los próximos años no se desarrollaran nuevas tecnologías de gobierno que le permitan recuperar a los Estado nación, parte de su capacidad de soberanía, qué estos podrían ser una institución, en principio, obsoleta , especialmente, si su único soporte era sólo el económico. Su voluntad local de poder entorpece el proceso de disolución de los espacios económicos internos e impide una asignación mundial eficiente de recursos al volver más lenta la «perecuación» mundial de las remuneraciones de los factores de producción – trabajo y capital. Ello es así porque la nueva matriz tecnológica parece requerir una división internacional del trabajo basada en el principio de ventajas absolutas y no , en el principio ricardiano de ventajas comparativas.

¿Qué potente criatura puede sustituir a la más noble creatura de la Ilustración? ¿Esta ya dispuesta , parada en el fundamento del Mundo,para extender su prepotente alma sobre la faz del espacio; cuando èste , vacuo, vacío, y sin propoósito, clame por forma? No los sabemos, pero lo realmente curioso es que esta Ignorancia Absoluta no debe , en modo alguno, ser sorpresa; pues ésta, después de un lapso que dura tanto coomo el esplendor de una ola consumida en espuma, muta en ansia y el ansia en miedo y el miedo en estulticia; y ésta puede ser peor vicio que el hybris; ya mientras éste último es la arrogancia de quién pretende ser algo que por naturaleza no le corresponde y aunque destructiva perdura , al menos como recuerdo; la estulticia, conduce a la misma destrucción, pero no posee la misma cualidad del hybris, es decir, la esupidez no se transforma, se disuelve. ¿Y, no son los recuerdos, el único consuelo de las desgraciadas criaturas que los poetas griegos encontraban tan similares a las hojas otoñales del los árboles ?.