La Sociedad Secreta
¿Capturó esta fábula el interés del amable lector en esos tiempos tan poco propensos al ejercicio equilibrado de la razón? Eso espero porque posee esta un alto grado de verdad. En efecto, si descartamos los juicios que podemos realizar acerca del comportamiento futuro de los candidatos, por ahora simples conjeturas que pueden estar equivocadas, y consideramos lo que está escrito en los textos, no podemos sino sorprendernos por la gran similitud que parece existir en las propuestas y objetivos de la política económica. Cito, a modo de ejemplo, el párrafo que transcribo a continuación:
¨Un requisito fundamental de esta estrategia es sin duda alguna la estabilidad macroeconómica . La estabilidad macroeconómica mantiene mantiene el poder adquisitivo de la gente y alienta la inversión. Fortalece la moneda nacional e impulsa la nacionalización de la economía y la desdolarización de la economía … ¨
¿Quién escribió esta frase? ¿Ollanta Humala, el candidato nacionalista y que la opinión general sitúa en el extremo izquierdo de nuestra política, o Lourdes Flores, que coloca este mismo consenso a la derecha? En otros tiempos, la respuesta era sencilla: diríamos, sin vacilar, la candidata de Unidad Nacional. Sin embargo, en estos tiempos confusos en que vivimos, la respuesta se complica: la hiperinflación de los años 80s , las reformas que siguieron, y la estabilidad económica del régimen de Toledo, han acercado las posiciones de los especialistas en estos menesteres . Por esta razón, si tuviéramos la garantía de que los principales candidatos van a cumplir lo indicado en sus programas de gobierno, no deberíamos esperar un cambio importante en el diseño de la política macroeconómica. Hay, por supuesto, algunas diferencias, pero éstas son de una importancia menor. El problema, sin embargo, es que no parece o al menos creemos que no existe similar evolución en la política. Es esta sospecha sistemática la que enferma el espíritu y arrebata la mente de muchos en estos últimos meses.
Esta, sin embargo, no es una actitud prudente, pues al concentrar, la atención en un solo escenario, impide vislumbrar otras alternativas que son bastante probables. Sorprendidos fueron, por ejemplo, en el Brasil de Lula, los inversionistas cuando su régimen adoptó políticas económicas que no anticipaban. Similar sorpresa podría ocurrir en el Perú cuando nuestros ardientes nacionalistas expliquen la especial acepción que atribuyen a esta palabra. Por ello, el escepticismo puede ser la vía mas adecuada para calcular el curso del futuro.
Lo que debería , en mi opinión, concitar mayor preocupación es un creencia implícita en todos los planes de gobierno: la creencia que la peculiar coyuntura internacional que ha prevalecido en estos últimos cinco años no registrará una cambio brusco en el próximo quinquenio. Supuesto fundamental, ya que las viabilidad de los otros partes de los programas de gobierno dependen de que esta expectativa llegue, en efecto, a materializarse. En efecto, con la única excepción del Plan de Gobierno del Frente de Centro Democrático, no contienen los planes de los principales competidores electorales ninguna política que permita amortiguar los efectos de una deterioro futuro de las condiciones internacionales.
Omisión grave , porque ha sido esta actitud la que en el pasado produjo con frecuencia el fracaso de los distintos proyectos de desarrollo. En el primer trimestre del año, en efecto, han comenzado a manifestarse en los mercados internacionales y en nuestra economía claras evidencias que deberían motivar la atención de nuestra clase política y de nuestros especialistas. La semana pasada, por ejemplo, estalló en Islandia una crisis financiera , una incipiente guerra comercial entre China, Europa y los Estados Unidos, subieron las tasas de interés internacional y el ruido político, en el Perú, duplicó el riesgo país. En el campo interno, se ha debilitado notoriamente el impulso exportador y el crecimiento amenaza con volverse dependiente de un solo factor: el sector construcción, sensible en extremo a los desarrollos financieros.
Dejo, sin embargo, para otra ocasión el desarrollo de estos temas.
La Doctrina de la Sospecha Sistemática
Las nuevas reglas del juego político que Fujimori estableció parece haber tenido consecuencias devastadoras sobre conciencia de los electores y sobre la calidad de las distintas propuestas programáticas. Ello es así porque los que eligen , según las nuevas reglas, no pueden usar como orientación los planes de gobierno ni creer en sus declaraciones de los políticos profesionales sino en juicios sobre su probable comportamiento futuro. Al no tener ninguna garantía que el candidato va ,en efecto, hacer lo que dice su programa, le resulta más sensato, basar su decisión electoral en otros procedimientos . El problema es que estos juicios ,con facilidad, se transforman en delirio, es decir, en desenfrenados pero vanos ejercicios de nuestra poderosa imaginación. Con ello, desaparece la base racional de la política y ésta muta en un juego de manipulación de emociones, miedos instintivos, o negros resentimientos.
También posee la sospecha sistemática un efecto negativo sobre la calidad de los proyectos de gobierno, pues desaperece todo incentivo para generar un plan consistente de gobierno. ¿ Por qué invertir tiempo y recursos económicos en un documento que nadie va a leer , preparado sólo para cumplir con los requisitos formales del Jurado Nacional de Elecciones si éste no desempeña ningún papel en el resultado electoral? Al parecer,Adolfo Hitler, que vivió en un contexto similar y que basó su políticas en un juego similar- no estoy diciendo con esto que alguno de los candidatos intenté emularlo- sabía que cuando la cultura política se basa en estos principios las propuestas programáticas carecen de importancia. Por esta razón, el programa de partido nacional socialista jamás cambiaba y sólo contenía un conjunto de ideas susceptibles de cualquier interpretación.
Hago notar que las democracias no pueden funcionar cuando nadie cree en nadie porque la confianza es un componente esencial de la representación. Pueden hacerlo las dictaduras: su funcionamiento se inspira en el terror .
Por está razón, puede ser indispensable, para la salud nuestro sistema político, introducir algún mecanismo que extirpe la peligrosa enfermedad de la sospecha . Al parecer,los regímenes presidencialistas, son más susceptibles que las democracias parlamentarias al tipo de debilidades que descubrió y usó en su provecho el Ingeniero Fujimori . Su estilo de hacer política sería, en efecto, improbable aunque no imposible en una democracia parlamentaria, porque sólo ocuparía el cargo de primer ministro y los miembros de su partido podrían retirarle la confianza si pone en la práctica un programa que no es el suyo. Otra ventaja del parlamentarismo, como lo señala el especialista en ciencia política Maxwell Cameron, es generar fuertes incentivos para concertar mientras que los presidencialistas parecen exacerbarlos. Finalmente, el parlamentarismo puede poseer mayor eficacia para impedir que movimientos independientes y poco experimentados en las artes de gobierno capturen el poder.
Le demostraré, al lector , la próxima semana cuán simple puede ser una elección si eliminamos la enfermedad de la ¨sospecha sistemática¨, cuando compare y espero demuestre la gran similitud que existe entre las ideas macroeconómicas de Ollanta Humala y las de Lourdes Flores. Si estuviéramos seguros que los políticos van a cumplir o al menos intentar cumplir lo que señalan sus planes de gobierno podríamos elegir entre ellos guiados por la razón y no por nuestras intuiciones, miedos o prejuicios instintivos.
¿Es posible crear 650,000 puestos de trabajo en el Perù?
Me gustaría empezar estableciendo , con claridad, que la tasa de crecimiento postulada por Lourdes Flores puede , bajo ciertas circunstancias, ser un objetivo económicamente factible. Por ejemplo, la economía de Brasil, en los años de 1960, creció a un ritmo de ocho por ciento; Chile hizo lo mismo en los años de 1980; las economías más dinámicas de Asia exhibieron valores semejantes entre los años comprendidos entre 1960 y 1980; e incluso, el Perú, en la década de los 1950, se aproximó al ritmo postulado por la líder de Unidad Nacional. Sin embargo, el ritmo sólo se puede sostener si se produce un aumento sustancial de la tasa de inversión y éste es el punto esencial a considerar. ¿Podemos calcular cuál es el coeficiente de inversión requerida para sostener este ritmo de crecimiento? No con precisión porque no contamos con información estadística de calidad para calcular el valor de los parámetros requeridos para el cálculo, pero sí ensayar una aproximación. El modelo económico más sencillo requiere especificar los valores de dos parámetros: uno que mide el periodo de vida útil promedio de los bienes de capital y otro que cuantifica la calidad de las inversiones a ser ejecutados. Para el Perú, pienso , que valores «valores razonable» para éstos podrían ser 33 años para el período de vida de los bienes de capital y de (1/3) para el parámetro que cuantifica la calidad de las inversiones. Estos parecen sugerir que la tasa de inversión requerida para crecer al ritmo indicado por Lourdes Flores podría estar cercana al 25 por ciento del PBI, es decir, sería indispensable , 17,500 millones de dólares por año, y casi 100,000 millones de dólares, durante el gobierno de Lourdes Flores. ¿Son factibles estas cifras? No hay un problema evidente por el lado de la inversión, pues existen aún en nuestro país amplias oportunidades aún no aprovechadas de inversión en varias industrias y sectores económicos. El mayor problema es financiar esta suma y el impacto de la elevación de la tasa de inversión sobre el sector externo de nuestra economía. Este coeficiente de inversión podría provocar un déficit en el sector externo, que podríamos estimar entre cinco o seis por ciento del PBI. Para financiarlo, el Perú, necesitaría recursos externos equivalentes que podemos estimar entre 6 y 7 por ciento del PBI, es decir, un flujo de créditos y/o inversión extrajera que podemos estimar entre 4,200 y 5,000 millones de dólares por año. Por esta razón, la pregunta acerca de la factibilidad de la tasa parece reducirse a evaluar si es posible para el Perú obtener este suma de dinero en el mercado internacional. Para contestar la pregunta es , sin embargo, fundamental considerar cuán sostenibles pueden ser las actuales condiciones internacionales y si es «prudente» esta estrategia en el actual contexto mundial.
Hay un segundo problema a considerar y éte tiene que ver con la relación entre la tasa de crecimiento del producto y la del empleo. No existe , por varias razones, una relación mecánica entre ambas variables . Es posible, especialmente, cuando son posibles ganancias sustanciales de productividad, que exista crecimiento sin empleo. Todo depende de la composición sectorial del crecimiento , del impacto de la inversión de la gran empresa sobre las pequeñas y de la tasa de crecimiento del progreso técnico. Según Farid Matuk, jefe del INE, una tasa de crecimiento de 1 por ciento en el producto, provoca un crecimiento de 0,6 por ciento en el empleo. Con un crecimiento de 7 por ciento del producto, la tasa de crecimiento de esta variable podría ascender a 4,2 por ciento anual. El INE estima el empleo total del país en 13,800,000 personas. Con esta cifra, el crecimiento del empleo podría ser con un crecimiento igual a 580,000 puestos de trabajo por año. Una cifra muy cercana a la propuesta por Unidad Nacional , de modo que , en principio, la meta de 650,000 puestos de trabajo, parece consistente con la evidencia empírica reciente.
El tercer problema a considerar es que la propuesta de Unidad Nacional puede ignorar el efecto de la migración internacional y , por esta razón, presuponer un balance errado entre el crecimiento del empleo y la tasa de crecimiento de la oferta de trabajo. En los últimos cinco años, han salido del Perú 250,000 personas por año, y es predecible que este flujo migratorio continue en el próximo quinquenio. ¿Que relevancia tiene el proceso? Cuando sumamos esta cifra , a los 650,000 empleos ofrecidos de Lourdes Flores, podemos estimar en 900,000 la demanda efectiva de mano de obra. Esta cifra puede determinar una reducción en la tasa de desempleo más rápida que la implícitamente anticipada por Unidad Nacional, y si esto es así producir un incremento importante de los salarios nominales y/o ingresos de los independientes. No hay nada malo con este proceso pero no queda claro si este incremento es compatible con una meta de inflación de 2,5 por ciento anual.