Ultima Cumaei venit iam carminis aetas;
Magnus ab integro saeclorum nascitur ordo.
Iam redit et virgo, redeunt Saturnia regna,
Alter erit tum Tiphys et altera quae vehat Argo
Delectos heroas; erunt etiam altera bella
Primera Versión.
A principios de la era cristiana se extendió sin cesar, por todo el mundo conocido, distintas versiones del gnosticismo, probablemente una de los movimientos religiosos más curiosos y extraños que haya presenciado la historia de la cultura occidental, estos singulares herejes opinaban que la creación no era la expresión de un ser supremo, sino el juego alocado de un irresponsable demiurgo. Si contemplamos los inmensos desarreglos que parecieran caracterizar a la economía en nuestros tiempos, podríamos concluir que quizás los gnósticos tengan algo de razón.
En un universo gnóstico tiene poco sentido celebrar el renacimiento de la vida, porque no es otra cosa que la incesante repetición de los errores del demiurgo, de allí, Charles Wrigth, un delicado poeta escribió una bella obra: Zodiaco Negro, para cantar como se repetía la incesante obra del demiurgo y probablemente anticipó, como lo han hecho tantos poetas, el espíritu de nuestros tiempos. Hacemos estos comentarios porque probablemente le toque a Alan García administrar en los próximos años una de las más drásticas caídas en el precio de los metales que se han registrado en los últimos 50 años.
En el gráfico representamos como ‘llegará la primavera’, entendida por supuesto, desde una perspectiva gnóstica, el rojo profundo describe el comportamiento del precio de los metales y el verde su probable trayectoria. Puede el lector comprobar con facilidad que estas mercancías tan cruciales para el funcionamiento de la economía peruana, experimentan con frecuencia violentas y abruptas fluctuaciones y que una de las más intensas acaba de ocurrir. La duración promedio de las mismas depende de cada tipo de metal pero oscila entre 96 y 120 meses, como el último ciclo ascendente parece haber concluido en mayo del 2006, es prudente anticipar para el futuro cercano un nuevo ciclo de descenso que concluirá en el último año del gobierno de García. Para ese entonces la contracción acumulada en el precio de los metales será de aproximadamente 50%.
No podemos entender las distintas fuerzas que producirán esta contracción si no examinamos con algo de detalle las que provocaron el violento ascenso, aunque es complicado detallarlas y explicarlas con precisión, a continuación trataremos las determinantes más importantes que causaron el ascenso.
En primer lugar la política monetaria que ejecutó el gobierno de EEUU para contener la deflación que producto del derrumbe de la burbuja tecnológica y de los atentados del 11 de septiembre. Esta política causó una reducción por un tiempo prolongado de las tasas de interés, tanto en EEUU, como en otras partes del mundo, sin embargo, provocó varios efectos secundarios en el mercado americano y en los mercados internacionales. En el mercado americano se produjeron dos efectos: la burbuja hipotecaria, uno de los mayores eventos especulativos de los últimos tiempos, y un deterioro generalizado de las cautelosas normas para otorgar los préstamos y evaluar los riesgos que habían desarrollado los bancos americanos. No podemos detallar plenamente el efecto del primero, quizás es prudente explicar el segundo proceso, ya que éste, puede afectarnos inmediatamente. Lo que sucede es que esta reducción en la aversión al riesgo redujo los diferenciales de interés que los bancos aplican a los distintos activos financieros, así el diferencial de nuestros títulos de deuda pública, como lo podrá comprobar con facilidad el lector, si dibujase el diferencial de la cotizaciones en Nueva York de nuestra deuda y los bonos del tesoro americano, comprobará en efecto que éste se redujo, aunque nuestro gobierno atribuye esta reducción a los efectos de la política del gobierno, está quizás no refleje otra cosa que el deterioro del riesgo generalizado que ha caracterizado al mercado americano, lo más importante en éste fenómeno no es el efecto que tuvo sobre la cotización de los títulos de deuda de América Latina, sino en el mercado de divisas internacional.
La reducción del diferencial, animó a los especuladores a realizar una operación conocida como "carry trade" que consistía en prestarse dinero en Japón, un lugar donde las tasas de interés son prácticamente cero, y usar estos fondos para invertirlos comprando títulos en alguna economías emergentes como las de Brasil, china, Europa Oriental, y acciones en Nueva York, principalmente hipotecas que emitía Wall Street, y contratos en los mercado de materias primas, estas operaciones produjeron el enorme incremento de precios que se observó en los últimos dos años, aunque se tiende a explicar estos por el crecimiento de China, la gente se olvida con facilidad que aún este país no posee el tamaño necesario como para explicar este descomunal incremento de modo que debemos atribuir una parte sustancial del mismo a las operaciones de estos ingeniosos especuladores.
Debe conocer el lector, que las fuerzas que impulsaron el incremento en el precio de los metales han dejado de operar y que ahora estamos presenciando las etapas iniciales de la inevitable corrección. En el primer trimestre del año pasado se derrumbaron los precios de las propiedades Hipotecarias de los EEUU y salieron a la luz espléndidas prácticas bancarias producidas por el ingenio estadounidense. Parece ser que mucho de los título vendidos por Wall Street, no son sino basura financiera: simples papeles, sin valor, podemos comprobar esto examinando cuánto han descendido las acciones de las firmas financieras especializadas en estos menesteres, en los últimos tres meses casi todas han quebrado, y los títulos de la más importante: New Financial Century han tenido un descenso del 97%, tan drástica caída corrobora que no hacía otra cosa que producir basura financiera. Pero ese en el fondo no es el problema, ya que parece que los estadounidenses han vendido estos títulos a inversionistas extranjeros que compraron estos valores en la bolsa de Nueva York, de forma que este colapso no solo afecta al mercado norteamericano sino a todo el mundo. El colapso de estos títulos ha provocado una reducción drástica de estas prácticas bancarias en los bancos norteamericano, y un corte abrupto de estas líneas de crédito lo que sin duda causará una reducción en el consumo norteamericano, esta reducción se reflejará inmediatamente en las compras que EEUU realiza al resto del mundo, las cuales, al contraerse trasmitirán los efectos de la recesión a sus principales socios comerciales, eventos que probablemente experimentarán todos los banco comerciales que realizan el financiamiento del comercio exterior.
Pero este no es el efecto más importante, sino el que experimentarán los especuladores que contrataron deudas en Japón. Para conseguir liquidez y solucionar sus urgentes problemas financieros se verán obligados a rematar título en los mercados que contaminaron con su presencia, con lo que provocaran caídas en los mercado emergentes y en los precio de las materias primas, la novedad es que todo este proceso será acompañado por una devaluación del dólar, porque la liquidación provocará una intensa depreciación del yen, ésta tiene una doble importancia: en primer lugar detendrá la expansión de la economía japonesa y, en segundo lugar neutralizará el efecto de las probables medidas que tome la Reserva Federal Americana para detener la caída de los valores, si Bernanke redujera la tasa de interés en EEUU, reforzaría esta depreciación del yen y forzaría nuevas ventas en el mercado de valores y en el de materias primas, de modo que esta reducción de la tasa de interés de EEUU podría coincidir con una caída en el precio de los metales, cosa extraña, pero no sorprendente en un universo caótico creado por un bromista demiurgo. Seguiremos comentando…
Bruno Seminario, Nikolai Alva