El Gran Ajuste
Cuando los especialistas en cuestiones internacionales revisan los distintos indicadores de la economía mundial son arrebatados por extraña desazón. No se trata de una conclusión irrebatible sino más bien de una mera conjetura, presentimiento puro, pero capaz de señalar con un grado razonable de seguridad que las cosas cómo están no se pueden sostener de modo indefinido. ¿Se avecinan grandes cambios en la economía mundial? ¿Es inminente una nueva crisis internacional? ¿Se puede hacer algo para impedir el desastre o si el “gran ajuste” es inevitable estudiar acciones para mitigar los efectos de éste sobre la economía y bienestar de todos los ciudadanos del planeta? Son estas las preguntas que atormentan desde hace seis meses a reputados economistas, hacedores de política, y a las personalidades más celebres de las Finanzas internacionales. Clara manifestación de esta preocupación es el aplastante número de ensayos académicos, conferencias, columnas de opinión, apasionados y encendidos discursos, aparecidos en los últimos seis meses. Como estas discusiones no ocurren con frecuencia resulta prudente y pertinente por lo menos hacer un intento para comprender los distintos aspectos del debate, las posiciones de las distintas facciones, y las probables consecuencias de este inminente y drástico cambio sobre nuestra economía.
Quizás, podemos comenzar a entender los distintos aspectos de esta discusión con un perceptivo ensayo de Paul A. Volker titulado “An Economy On Thin Ice” ya que esta permite apreciar con claridad los aspectos técnicos de la discusión y la gran preocupación que amarga el espíritu de las figuras más destacadas figuras del mundo de las Finanzas en Estados Unidos. Paul A. Volker fue presidente del directorio del Sistema de Reserva Federal entre 1979 y 1987 y el sólo hecho que aparezca en la prensa un artículo de una persona del prestigio de Volker debería ser suficiente para advertirnos cuán importantes son los problemas bajo discusión. Los ex –presidentes de los bancos centrales, por razones comprensibles, no suelen expresar en la prensa abierta sus opiniones sino en reuniones privas y exclusivas y si deciden hacerlo es probable porque sientes que los canales normales de “comunicación” no funcionan con la normalidad y rapidez requerida por la urgencia del momento.
Volker inicia sus comentarios describiendo la aparente situación de bienestar y tranquilidad de la economía mundial: la producción se expande en todas las regiones de la Tierra, hay un “boom “de construcción es Estados Unidos, la inflación y la tasas de interes se mantienen a niveles excepcionalmente bajos, etc. Sin embargo, encuentra, cuando revisa las variables que marcan la marcha tendencial de la economía, que esta situación de alegre despreocupación no es más que un vano espejismo. Aunque no puede demostrarlo con claridad demuestra una enorme preocupación. No puede recordar a pesar de su gran memoria condiciones tan peligrosas e intratables como las actuales. Tampoco percibe por parte de la administración del presidente Bush intención o capacidad para solucionar los problemas que aquejan la economía americana. Es obvio, sin embargo, que la situación es poco sostenible. Cualquier persona con un mínimo de sentido común puede entender l las razones: no existe, en la historia mundial, un precedente como el actual pero una nación de las dimensiones de Estados Unidos no puede continuar con desenfrenado perfil de consumo e inversión que actualmente le caracteriza. No porque este fuera de sus posibilidades sino por la probable imposibilidad de los otros países del mundo para resistir la exigencias de la situación. En efecto, en el momento actual, Estados Unidos, absorbe para financiar desequilibrios financieros el 80 por ciento de los flujos de capitales. Llegará, y puede ser bastante pronto, el día en que se agotará la abierta predisposición de los Bancos Centrales e Inversionistas privados por los activos americanos y ese día se esfurmará el espejismo.
Si bien Paul A. Volker no atreve a pronosticar la fecha del “gran ajuste “esta seguro de la eminencia del cambio. ¿Qué fuerzas impulsarán el cambio? ¿Acaso, una nueva crisis financiera o políticas orientadas a mitigar las consecuencias de este “gran ajuste”? Para muchos, entre los que se incluye Paul A. Volker, es factible solucionar el problema. De hecho, los economistas más destacados de los Estados Unidos, parecen concordar en una estrategia que permite, en apariencia, escapar de la crisis financiera. China y varias economías asiáticas deben permitir e incluso animar una apreciación de sus moneda. Japón y Europa adoptar políticas orientadas a estimular el crecimiento de su mercado interno. Y, estados Unidos debe aumentar su tasa de ahorro interno y reducir sus importaciones. ¿Es posible, se pregunta Paul A. Volker, que estas políticas se leven pronto a la práctica? Después de reflexionar sobre el tema, Paul A. Volker, se inclina a contestar negativamente esta pregunta. Concluye, por esta razón, que el gran ajuste es más o menos inevitable.
Nouriel Roubini, asesor del presidente Clinton en los años 90s, publicó en la edición de Internet del Wall Street Journal una vívida descripción de este “gran ajuste “que Paul Volker encuentra inevitable. El proceso implicará , en primer lugar, una abrupta y dramática caída en el valor del dólar, un brusco incremento en la tasas de interés de largo plazo, y un descenso considerable en el precio de los activos de riesgo: acciones, casas y terrenos, deudas de economías emergentes, etc. Y, una recesión en Estados Unidos y la economía global.
Si bien nadie aún en la discusión se atreve a precisar fechas, los pronósticos de mediano plazo para la economía mundial muestran ya tímidamente una tendencia hacia abajo en los años 2006 y 2007.