El Nuevo Sistema de Breton Woods
Desde hace algunos meses, una intrigante pregunta persigue insistente a un número muy variado de personas en el mundo: altos oficiales de política económica, participantes en los mercados internacionales de capitales, especialistas en coyuntura internacional y economistas en general. ¿Cuán sostenible es el desequilibrio de las cuentas externas en Estados Unidos? ¿En qué porcentaje debe reducirse el valor del dólar para reestablecer un equilibrio y cuáles podrían ser las consecuencias de este ajuste? ¿Podrá continuar funcionando el dólar como única moneda de reserva mundial o este papel será asumido por el euro? Preguntas, sin duda relevantes, que deberían indicarnos la inminencia de un gran ajuste en los próximos años que afectará a todos los países del mundo en general y a América Latina en particular.
El año pasado, un grupo de economistas americanos propusieron un esquema analítico con el propósito de responder a estos interrogantes. Podemos denominar a la nueva teoría usando el titulo del ensayo que resume sus principales resultados, “El Nuevo Sistema de Breton-Woods”. Según los autores estadounidenses, es posible dividir al mundo en tres grandes regiones: USA, Asia y el Resto del Mundo. En el nuevo sistema, Asia ha elegido usar un régimen cambiario que mantiene una paridad fija con el dólar y, en razón a su interés comercial, tiende a subvaluar el valor de su moneda. En clara contraposición, en el resto del Mundo (Europa y América Latina) rige un sistema de paridades libres que se mueven hacia arriba o hacia bajo por determinaciones que, en lo fundamental, emanan del sector financiero. Además, los investigadores, es estable ya que puede regir por un plazo largo de tiempo, las relaciones financieras que establecen estas regiones entre sí
Crucial para el nuevo sistema son las vinculaciones comerciales y financieras entre China Continental y los Estados Unidos. En particular, China vende a los consumidores americanos bienes y recibe dólares a cambio. Luego, aplica estos dólares para comprar bonos emitidos por el Tesoro Americano. Como consecuencia, el precio de los mismos aumenta, se reducen las tasas de interés y, por tanto, ocurre una activación del consumo y de la inversión en USA. La expansión de la demanda produce, esta vez en China, un incremento en las tasas de acumulación y de ahí una nueva expansión de la producción industrial en este país.
El crecimiento de China expande también la demanda de materias primas y produce un incremento en los precios de los productos básicos. Con ello, se benefician las economías de los países exportadores de materias primas y, por esta razón, se produce también en éstas un crecimiento en la demanda agregada, el producto y el empleo. Al crecer las importaciones de estos países, crecen las exportaciones de USA y de Europa y, así, en todo el mundo se propaga el impulso reactivador emanado de este circuito primario y fundamental. Conforme China crece y adquiere fuerza, se lanza por el mundo en busca de materias primas. Con ello, las economías de los países del tercer mundo reciben nuevo y decisivo impulso.
Aunque la nueva teoría tiene fuerza y cautiva el entusiasmo de algunos economistas y especialistas en este tipo de cuestiones; también, ha provocado reacciones de crítica encendida. Se argumenta así que el nuevo sistema es esencialmente inestable. Notan que el mismo carga en demasía el precio del ajuste internacional en la cotización del euro frente al dólar y que la apreciación del euro puede provocar un desastre en Europa. Los críticos han calculado, usando modelos de equilibrio general, que el esquema sólo es sostenible si el dólar pierde un cincuenta por ciento de valor respecto a todas las monedas del mundo y se preguntan cuán consistente este mayúsculo ajuste con el arreglo institucional que regula las relaciones entre USA y la Comunidad Económica Europea. ¿No colapso, acaso, la economía mundial en 1930, cuando los países europeos iniciaron una guerra de devaluaciones competitivas y luego una comercial que finalmente condujo a la gran depresión? Un colapso del dólar en los mercados mundiales podría tener terribles consecuencias en los mercados financieros americanos ya que generaría el derrumbe de la burbuja hipotecaria y de la bolsa de valores en estados Unidos. Acompañarían la perdida de riqueza, una abrupta caída del consumo y la inversión en USA y, por esta razón, del circuito chino-americano.
¿Quién tiene la razón en este interesante debate? Una posición intermedia implica el uso de una persuasión extraeconómica que reconozca plenamente el nuevo papel de china en la economía mundial y que sea capaz de convencer a los gobernantes chinos que a la larga una ligera apreciación del yuan es la única vía para aminorar las tensiones del sistema. Aun que el secretario del tesoro americano, en una importante reunión financiera en Europa, insinuó esta idea no ha tenido aún una respuesta clara de Pekín