En el portal del Fondo Monetario Internacional puede encontrar el lector interesado en los principales desarrollos de la economía mundial una versión del “World Economic Outlook”[1] Preparado dos veces por año para documentar las reuniones de esta crucial institución internacional, este interesante documento presenta un excelente resumen de los principales fuerzas que parecen regir la economía mundial y , por esta razón, constituye una pieza fundamental para el diseño de la política económica de todos los países del mundo . Si bien resulta obvia la importancia que poseen los desarrollos descritos en este trabajo y no es necesario insistir en el punto posee, en esta ocasión, una mayor relevancia ya que extrañas determinaciones parece dominar la dinámica global. En efecto, como lo advierte un perceptivo especialista, el Mundo y su economía, parecen haberse transformado en un insólito y mágico lugar, donde las principales predicciones que con tanto empeño descubrieron en el pasado los economistas se suspenden; y, son sustituidos por otras que aún nadie comprende a plenitud.
¿No es, acaso, sorprendente el panorama que con tanto esfuerzo describen los economistas del Fondo Monetario Internacional, cuando intentan desesperados, encontrar alguna regularidad en el caos que parece dominar las finanzas internacionales? Sin duda lo es. Vivimos en efecto en tiempos de excepción y con facilidad lo podemos comprender cuando estudiamos las principales características de la actual coyuntura económica.
Cuando impulsados por los bajos rendimientos financieros que prevalecían en las en las economías más avanzadas de
El regreso de los inversionistas privados a las economías emergentes es un hecho claro e inobjetable. Así lo demuestra la estadística que con regularidad recogen los distintos organismos internacionales encargados de estos menesteres. Se calcula que en el presente año la suma de capital que fluirá hacia estos países será mayor a la suma recibida en el año 1997. Y, en esta ocasión, el deseo por adquirir la deuda emitida por los gobiernos parece más intenso que en época pasadas: en muchos países el capital financiero internacional incluso dispuesto a adquirir títulos denominados en moneda local. Nueva actitud de los inversionistas que hace posible realizar operaciones financieras que muchos, en el pasado, pensaron imposibles de ejecutar como el anuncio que este mes realizó el gobierno de Brasil de que colocará en el mercado internacional deuda denominada en reales. Notable desarrollo porque demuestra la enorme liquidez disponible en el mercado y el escaso atractivo de los activos financieros denominados en dólares. ¿Provocará este entusiasmo tan notable un retroceso de la dolarización de la riqueza en otros países del mundo o se trata sólo de una moda pasajera que se esfumará cuando estalle la próxima crisis financiera? No lo podemos saber con exactitud pero, no por ello, pierde el fenómeno interés ya que de consolidarse este proceso podría garantizar la independencia de las finanzas públicas de las vicisitudes de los mercados internacionales de capitales.
No parece, sin embargo, la nueva conducta del capital privado internacional aliviar la sospecha de las autoridades económicas de los países en desarrollo parecen insistir en la política de acumular reservas internacionales. ¿Son el déficit espectacular de los Estados Unidos, es decir, el mero reflejo financiero de la loca carrera por acumular reservas la que estimula el miedo, hace parecer inminente un nuevo derrumbe del orden internacional, y así magnifica el desequilibrio? Nadie parece ser capaz de responder a esta pregunta con certidumbre pero parece claro que refleja una falla notable en el funcionamiento de las principales instituciones del sistema financiero internacional que de no arreglarse a tiempo podría desencadenar una violenta crisis de la economía mundial.
Sugieren, los economistas del Fondo Monetario Internacional, que esta peculiar psicología es uno de los factores que explica el peculiar comportamiento de las tasas de ahorro e inversión en el mundo. Es notoria y bastante conocida la tendencia descendente de las tasas de ahorro e inversión en las economías en desarrollo. Pero, resulta sorprendente, el incremento en la tasa de ahorro en Asia y el notable descenso también en esta región de las tasas de inversión. Son estas tendencias las que han provocado la aparición de monumentales desequilibrios en las balanzas de transacciones financieras en los Estados Unidos y en todo el mundo ya desarrollado.
El análisis detallado de estas tendencias, en especial, desde el año de 1997, muestra con claridad que casi 2/3 del descenso de la tasa de ahorro en las economías industriales se explica, en realidad, por la abrupta caída del ahorro familiar. También, en el mundo ya desarrollado, hay un importante cambio en la composición del ahorro. En estas economías, el ahorro de las empresas se ha convertido en la principal fuente de excedente. En el mundo emergente, sin embargo, la principal fuerza que explica el aumento del ahorro parece ser el ahorro del sector público, que no hace sino reflejar el miedo que parece contaminar el espíritu de las autoridades encargadas del diseño de la política económica.
Existen, sin embargo, entre los distintos países y regiones del mundo industrializados ya que no en todos se manifiestan estas tendencias con la misma intensidad. Si bien éstas se manifiestan con inusitada intensidad en Japón y los Estados Unidos, son sin embargo débiles en la Comunidad Europea. En Estados Unidos, se registra la mayor y ella tuvo su origen, en un momento inicial, en el descenso del ahorro privado pero luego fue reforzada por un deterioro similar en las finanzas públicas.
Al interior de los países emergentes, notamos similar disparidad en el comportamiento. En China, por ejemplo, se manifiesta con especial claridad esta tendencia ascendente pero en este país también se registra esta tendencia positiva en los coeficientes de inversión. En los otras países del Asia emergente no las tasas de horro se mantiene pero la tasa de inversión muestra una caída de 10 puntos porcentuales. En otros países Mundo (América Latina y los países exportadores de petróleo) las fuerzas principales que parecen provocar el ascenso del ahorro son la mejora de los términos de intercambio y el sustancial incremento en el ahorro del sector público.
La tendencia de inversión se manifiesta con particular intensidad tanto en Japón como en Europa pero no así en los Estados Unidos. En este último país, la caída que provocó la maduración del mercado en el sector de alta tecnología ha sido parcialmente cancelada por el auge de la construcción residencial.
Aunque la inversión en los países emergentes, China es sin duda la excepción a esta norma general. En efecto, esta economía, desde el año 2000, alcanza un valor que no tiene un claro precedente histórico ( 45 por ciento) y que provoca el desconcierto y las dudas de muchos economistas que se preguntan si en la nueva potencia asiática no se registra un proceso de sobre acumulación de capital. ¿Es realmente eficiente el programa de inversión en China o simplemente un proceso irracional de creación de capacidad ociosa de producción? Es conocido que las economías son especialmente propensas a estas extravagancias y hay en la historia económica claros ejemplos que nos ilustran a este respecto.
Pero el aspecto más espectacular de estas tendencias es, sin duda, la transformación de las economías emergentes en exportadores netos de capital. Y, es precisamente, este fenómeno el más difícil de entender ya que contradice predicciones básicas de la teoría económica ya que ésta anticipa un movimiento en una dirección opuesta.
Quiero terminar indicando cuál es la política económica que proponen los economistas del Fondo para solucionar los desequilibrios financieros que tan pavor y desazón parece provocar. Según el Fondo, el Mundo requiere, para salir del enredo en que esta metido, acciones de política coordinada en varias regiones del Mundo. Estados Unidos debe controlar los excesos fiscales de la administración de Bush. Japón y la Comunidad Europea políticas económicas expansivas. Los países del Asia emergente deben estimular sus coeficientes de inversión y permitir una mayor flexibilidad de sus monedas. La gran pregunta es, sin embargo, es si el actual sistema financiero internacional es capaz de ejecutar este complicado programa de medidas sin una reforma radical de las instituciones internacionales encargadas de esta dificultosa tarea.
[1] El documento se encuentra disponible sin costo alguno en la siguiente dirección electrónica http://www.imf.org/external/pubs/ft/weo/2005/02/index.htm